Zorra ya no es un insulto
El significado de Zorra ha cambiado. Por mucho que quieran atacar el título de la canción de Nebulossa, que representará a España en Eurovisión 2024, la llamada reapropiacion cultural permite que lo que antes se consideraba un término despectivo para un colectivo pueda usarse en beneficio de ese grupo. ¡Este es el caso!
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La canción Zorra del grupo Nebulossa representará a España en Eurovisión tras ganar la final del Benidorm Fest 2024. Como en otras ocasiones, esta elección no ha quedado exenta de polémica.
En este caso el debate viene generado principalmente por la disparidad de opiniones en torno al título y la letra de esta canción: el apelativo “zorra”, que algunos consideran soez o vulgar, es coreado por otros como un grito reivindicativo. Lo cierto es que esta canción nos da la oportunidad para hablar de sexismo, empoderamiento y reapropiación desde el punto de vista lingüístico.
El término más antiguo del mundo
Exponer los usos sexistas de la lengua española no resulta novedoso, ya que es un tema abordado con cierta frecuencia por lingüistas y comentado por los hablantes.
El significado metafórico de zorro (“persona muy taimada, astuta y solapada”) no es el mismo que el de zorra(“prostituta”). Los estudiosos denominan duales aparentes a estas parejas de términos que cambian de significado según se apliquen a un sexo o a otro. Muchos de ellos son metáforas zoológicas, es decir, utilizan de manera simbólica nombres de animales. En algunos ámbitos, estos nombres femeninos se convierten en tabú.
Como afirma Susana Guerrero Salazar en su obra ¿Piensas como hablas? Guía didáctica para un uso igualitario del lenguaje, la diferencia en los significados metafóricos que se les otorga a los animales en función de su género está muy relacionada con el prestigio histórico de lo masculino y el desprestigio de lo femenino: “Si queremos insultar a un hombre, el efecto será mayor si lo hacemos en femenino. Es sin duda más denigrante para él catalogarlo de puerca, guarra o cerda que con sus correspondientes masculinos (puerco, guarro o cerdo).”
En el caso de los insultos dirigidos a la mujer, “zorra” (en su acepción injuriosa) se lleva el dudoso honor de ser el más empleado a través de los tiempos. De hecho, existen más de 50 sinónimos de “prostituta” en el diccionario de la Real Academia Española.
Lo interesante de estos exabruptos es que dependen del juicio moral de quien los pronuncia o escribe. Así, como canta Nebulossa:
Si salgo sola soy la zorra
Si me divierto, la más zorra
Si alargo y se me hace de día
Soy más zorra todavía
Sin embargo, no es necesario mostrar una conducta determinada para ser diana de tales calificativos, sino que las mujeres pueden recibirlo por tener éxito profesional (“Cuando consigo lo que quiero, zorra, zorra / Jamás es porque lo merezco, zorra, zorra”) o simplemente por intervenir en el espacio público, como relata Elvira Lindo que le ocurrió a la prestigiosa investigadora del mundo clásico Mary Beard.
Tal y como afirma María Martín Barranco en su ensayo Mujer tenías que ser. La construcción de lo femenino a través del lenguaje, “haga lo que haga, a una mujer [pueden] decirle que es una puta” y esto “influye de forma nada imprevista en su salud física, mental o emocional y genera no solo violencias externas sobre ellas, sino también autoviolencias y autodescuidos”.
Este término ahora es mío
Sin embargo, al igual que las sociedades, la lengua y sus significados cambian. Y esta evolución la provocan los propios hablantes, consciente o inconscientemente.
La reapropiación lingüística es el proceso por el cual un grupo reclama para sí palabras o artefactos que antes eran utilizados de forma despectiva hacia ese grupo. En lugar de ser armas arrojadizas contra otras personas, los insultos se asumen por los colectivos minorizados y se exhiben con orgullo, lo que anula, con el tiempo, su valor despectivo.
El fenómeno ha sido analizado en contextos de racismo, homofobia, capacitismo y, por supuesto, sexismo, y se basa en una reafirmación de la identidad frente a los que la cuestionan o denigran:
Ya sé que no soy quien tú quieres (lo sé)
Entiendo que te desespere (lo sé)
Pero esta es mi naturaleza
Cambiar por ti me da pereza
Igual que una drag queen tomó el nombre de Eli Zorra, reapropiándose de una pintada insultante que apareció en las calles de Almería, Nebulossa utiliza esta palabra como “persona empoderada que a veces tiene que ponerse un caparazón para evitar la envidia”: “Queremos que zorra sea una palabra bonita”.
Este mensaje reivindicativo tiene en Eurovisión su mejor altavoz, ya que el festival es, en palabras del investigador José M. Almansa Moreno, “escenario para reflejar cuestiones sobre género, orientación e identidad sexual, contribuyendo […] a la superación de estereotipos caducos en sintonía con la propia evolución de la sociedad occidental en las últimas décadas”.
En definitiva, si bien “zorra” ha perdido el carácter subversivo con el que se utilizó por el punk de los 80 y sus sinónimos aparecen con cierta frecuencia en las letras del trap con un sentido performativo y cosificador de carácter contracultural, quizás sea el pop eurovisivo el que saque de los márgenes al término y lo convierta en un himno empoderador con el que todas podamos sentirnos identificadas.
Olga Cruz Moya, Profesora titular de universidad, área de Lengua española, Universidad Pablo de Olavide
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.