Ana Mena reclama su trono como la gran diva pop española en el WiZink Center de Madrid
No hay novio que merezca las lágrimas de Ana Mena, la gran artista pop española. La cantante cierra más de un año de éxitos en el WiZink Center de Madrid con una boda musical de dos horas formada por un popurrí de éxitos, tres cambios de vestuario y dos invitados especiales, Abraham Mateo y Belén Aguilera.
Podría ser la Britney Spears española sin ninguna duda. El show que ha hecho la cantante este domingo en el WiZink Center de Madrid, una boda en la que Ana Mena solo se ha casado con su público —tal y como ella ha dicho— recordaba mucho a esos mega espectáculos que en los 90 alzaron a artistas como Christina Aguilera, Madonna o la propia Britney a la categoría de divas globales. Ana Mena atesora eso que ellas tenían: juventud, buena voz y una personalidad a medio camino entre un ángel caído del cielo y una mujer fatal capaz de romperte el corazón.
La malagueña ha cerrado más de un año de gira con su segundo sold out en el antiguo Palacio de los Deportes, un concierto lleno de glitter que no se perdieron ni Pedro Almodóvar ni el que dicen que podría ser su nueva ilusión amorosa, Óscar Casas. Sea o no su pareja, el corazón de Ana Mena pertenece a sus fans. Así lo dejaba claro la artista, emocionada por terminar una etapa fundamental para la consolidación de su carrera: "Esto es vuestro, si no fuera porque vosotros estábais ahí, esto no tendría sentido".
El recital, enmarcado como si fuese una ceremonia, se llevó a cabo en un escenario coronado por unas escaleras blancas con centros de flores y candelabros de velas en los dos extremos. Por ellas descendió la primera gran sorpresa de la noche, Abraham Mateo, amigo incondicional de la cantante, para cantar juntos su éxito Quiero Decirte justo después de que un hombre enmascarado sacase un anillo para pedirle matrimonio. "¿Qué digo?", preguntaba ella, ingenua, vestida con un conjunto glitter plateado con guantes y botas de tacón a juego.
Antes, el concierto había arrancado con hits como Me he pillao por ti, Un beso de improviso y Solo, temas que interpretó arropada por los doce bailarines que la acompañaban sobre el escenario. Ocho hombres y cuatro mujeres que, entre otras gestas, socorrían a la artista cuando el esfuerzo de tanto baile pasaba factura. Más de tres veces paró Ana Mena a beber agua de un vaso customizado, también, de glitter.
A solas con el micrófono y ante la inmensidad de un WiZink iluminado por casi 17.000 móviles, Ana Mena cantó Un millón de lunas, igual que Rojo Amanecer, una canción "durilla" que interpretó con tanta emoción como Música Ligera o La Gata Bajo la Lluvia en una deliciosa versión homenaje a Rocío Dúrcal.
Belén Aguilera fue la segunda invitada en la noche bodas de esta particular novia a la fuga. Bajo un arco repleto de flores blancas cantaron Como en un drama italiano, a la que siguieron La Razón, Un clásico —"la más especial en los conciertos"— y A un paso de la luna.
Con el velo por los suelos y acompañada por dos cuartetos de cuerda para el inicio de Carita Triste, la artista daba paso al colofón final con un despliegue de baile a la altura de cualquier certamen profesional. Madrid City puso al público a botar y convirtió el WiZink en una discoteca gigante. Pero en todas las discotecas se terminan encendiendo las luces.
Llegaron Las 12 y, como dice el cuento, La Cenicienta tuvo que volver a casa dejando a su público como testigo de un enlace que la consolida como la gran diva pop española. Con Ana Mena siempre es un 'sí, quiero'.