LAS CLAVES DEL ÉXITO

Cinco años de 'El mal querer', el disco que cambió la carrera de Rosalía

La cantante fue capaz de transmitir en los sonidos de El Mal Querer las emociones que narran sus letras, impregnadas de amor y dolor. Puede que este sea el gran secreto de su éxito, pero hay mucho más allá. Aquel 2 de noviembre de 2018 la carrera de Rosalía se disparó, y todavía no ha tocado techo.

Madrid01/11/2023 07:33

Lo nunca visto y oído en el flamenco.

Rosalía se presentó al mundo el 2 de noviembre de 2018 con un disco en el que se palpa la oscuridad del romance. El Mal Querer es un álbum lleno de arreglos, requiebros, experimentación y valentía.

La artista daba un salto al vacío y cambiaba los sonidos del flamenco tradicional de su anterior trabajo junto a Raúl Refree, Los Ángeles (2017), por algo mucho más radical. Un giro con el que, sin querer, creó un nuevo género y que provocó que millones de ojos se posasen sobre ella. Lo hizo acompañada del productor Pablo Díaz Reixa ―alias El Guincho― y de C. Tangana, colaborador en ocho de los once temas del disco.

El TFG que la llevó al éxito

Su voz, que es un conjuro en sí misma, dio forma a las canciones que había compuesto como episodios de un álbum conceptual. Fue pensado como su Trabajo de Fin de Grado en la Escuela Superior de Música de Cataluña, donde Chiqui de la Línea la eligió como pupila.

La ESMUC solo escoge un alumno de cante jondo al año y en 2014 entró Rosalía. Había nacido paya, catalana y sin antecedentes andaluces cercanos, pero a su mentor le daba igual. "Era un perfil poco habitual entonces: una chica que no pertenece al ámbito andaluz ni flamenco, pero se interesa por el género. Tampoco había escuchado mucho. Hay una corriente purista que afirma que este cante no se puede enseñar. El reto me ponía", dijo a El País Semanal.

El Mal Querer no era su primer disco, pero se negaba a hacer una simple colección de canciones. Tomó un tema central que lo conectase todo, el amor oscuro, y le puso música a lo que gira alrededor de él: los celos, la obsesión, la sumisión, el silencio, el maltrato. Hay palmas, coros de niños, moduladores, sintetizadores. Y todo encaja sin margen de error.

Detrás de las letras hay un origen literario. Rosalía se inspiró en la historia deEl Román de Flamenca, una novela occitana medieval del siglo XIII que la Iglesia prohibió por ir contra las normas y doctrinas del catolicismo.

Su protagonista, una mujer aprisionada por un hombre cegado por los celos, sirve como guía a lo largo de las once canciones, cada una basada en un capítulo del libro. Una narración que va desde el enamoramiento hasta el abuso y termina en el renacimiento del amor propio. Hace solo unos días le confesaba a Penélope Cruz que estuvo a punto de descartar Bagdag (capítulo 7) del álbum porque era canción de construcción "más pop". No lo hizo, confió en su intuición. Para la actriz es una "obra maestra".

El Mal Querer se llevó entre 2018 y 2019 seis Latin Grammy, incluidos Mejor Álbum del Año. En 2020 fue reconocido con la joya de la corona, el Grammy a Mejor Álbum Alternativo.

Rosalía en los Latin Grammy 2019 | Getty

Su carta de presentación al mundo

Aquella melena ondulada de cantaora, sus modernos chándales y unas uñas que eran pura orfebrería fueron piezas clave en su empaque como artista.

Se presentaba sobre el escenario como una especie de pitonisa, una artista capaz de embrujar al público con una puesta en escena visionaria. La gira de El Mal Querer, que hizo vestida con trajes de Palomo Spain, puso de relieve el contraste de una voz vieja que rompía con los golpes urbanos de temas como De aquí no sales, con rugidos de motores y choque de metales, o Malamente, con cristales rotos.

Una perfomance acompañada de ocho bailarinas, conocidas como Las ocho rosas, con la que la cantante se enfrentó a los puristas que la acusaron de apropiación cultural con la valentía natural de quien cree en su proyecto. "El flamenco no es de nadie", se hartó a repetir en un sinfín de entrevistas. En una lo reconoció como identidad propia: "El flamenco ha estado en mi entorno durante 10 años. Por decisión propia, sí, pero ha estado. No es un disfraz, es mi vida".

Solo dos días después del lanzamiento del disco llenó hasta la bandera la Plaza de Colón de Madrid. Pedro Almodóvar también la fue a ver y, antes de subirse al escenario, le gritó aquel famoso "Rosalía, que soy Pedro" en el Festival Cultura Inquieta de la capital, demostrando que el mundo del arte se alimenta de más arte.

Los reconocimientos internacionales iban llegando mientras su carrera se disparaba. Una colaboración clave fue su unión con J Balvin para la ya icónica Con Altura, una de las primeras canciones latinas que impactó en todo el planeta. Daba pasos en la industria con pie firme, como cuando hizo sonar a Las Grecas en Coachella, uno de los festivales que más atención acapara del globo.

Cinco años después de aquello, la cantante sigue su camino con la misma solidez. Motomami (2022) volvió a retorcer las estructuras musicales establecidas y sacudió el planeta con un tour mundial que vieron más de dos millones de personas en 68 conciertos a lo largo de 21 países. Un fenómeno imparable de una artista impredecible, con una mente casi indescifrable pero capaz de romper un status quo. Esa es, contó a Vogue, su misión en esta industria. "Ojalá lo que hago tenga sentido para otras mujeres".