Fito & Fitipaldis hace “aullar” al Movistar Arena en su primera noche en Madrid
Tras el lanzamiento de su octavo álbum de estudio, la banda de rock liderada por Fito Cabrales ha vuelto a rugir en su primera parada por la capital, la novena cita de AULLIDOS TOUR 25/26. Un viaje para presentar sus nuevos éxitos sin dejar de lado sus grandes clásicos.
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No es de sorprender que Fito & Fitipaldis tuviera que añadir nuevas fechas en la capital madrileña tras arrasar con la venta de entradas de los primeros conciertos de la gira presentación de su disco El monte de los aullidos.
Después de siete álbumes de estudio que han consagrado a la banda, seguidos de cuatro años de silencio discográfico, el grupo ha vuelto a demostrar este lunes en Madrid, ante un Movistar Arena lleno, que su música sigue emocionando tanto a quienes crecieron con sus primeros discos como a las nuevas generaciones.
Comienzo del viaje: clásicos y nuevos éxitos
Entre aplausos y silbidos que comenzaron puntualmente a las 20:30 horas, hora de inicio del show, sonó a los cinco minutos una voz que decía: “Buenas noches Madrid, todo preparado, subimos el volumen, recibamos con un griterío ensordecedor a Fito y Fitipaldis”, y el público no pudo ser más obediente.
Con una entrada tan expectante como artística, las sombras de Fito Cabrales, Carlos Raya y Javier Alzola se vislumbraron sobre un telón que cayó de improvisto permitiendo ver al resto de los integrantes: Alejandro “Boli” Climent, Diego Galaz, Coki Giménez y Jorge Arribas.
El espectáculo comenzó curiosamente con una canción que de no haber sido por Carlos Raya quizá nunca habría visto la luz. “Haz esta puta canción”, fueron las palabras que pronunció el guitarrista y que convencieron a Fito para sacar A contraluz. Seguido de este tema de su último álbum, la banda nos trasladó a 2004 con Un buen castigo.
Apenas había móviles grabando entre el público, una imagen cada vez más complicada de encontrar en conciertos de esta magnitud. Es más, durante buena parte del show daba la sensación de habernos teletransportado un par de décadas atrás, como si el Movistar Arena se hubiera convertido en una auténtica máquina del tiempo.
Tras estas primeras canciones, la euforia del público era tal que costó escuchar las primeras palabras que les dedicó Fito: “Muchísimas gracias, por el interés que mostráis cada vez que venimos acá, que sacamos un disco… Muchísimas gracias sois una puta bendición”.
Montándonos de nuevo en la máquina del tiempo, Por la boca vive el pez fue la siguiente canción que dejó al recinto sin voz. Ni siquiera al final, con el solo de saxofón y la guitarra eléctrica, se detuvieron los silbidos, aplausos y gritos del público.
Manteniéndonos en el 2006, Me equivocaría otra vez sonó a continuación. El tono melódico rápidamente se esfumó con Los cuervos se lo pasan bien, el primer sencillo de su último álbum, que gran parte del público dejó claro haberse aprendido ya.
Los visuales se transformaron en un viaje en carretera rodeado de frondosos árboles y Entre la espada y la pared comenzó a sonar. Seguido de un veloz cambio de guitarra de Fito —una imagen que se ha repetido varias veces durante el concierto, en mucho de los integrantes con diversos instrumentos—, le llegó el turno a una de las canciones más emotivas, la que Adolfo Cabrales dedicó en 2021 a sus hijos: A quemarropa, que contó con unos coristas de lo más entregados: los asistentes.
Siguiendo con el pie puesto en el acelerador llegó El monte de los aullidos, porque si algo ha caracterizado la actuación de Fito & Fitipaldis ha sido la velocidad, su capacidad de estar casi dos horas dándolo todo sin apenas descansos. El freno lo pisaron con Volverá el espanto, una canción que habla del horror de las guerras, reflejado en los visuales que pasaron a estar en blanco y negro y a mostrar ciudades arrasadas. Una atmósfera grisácea que se mantuvo en Ciclo hermético.
Desmadre total con 'Wishky barato' y una tradición
El Movistar Arena no tardó en animarse de nuevo. “Vamos Madrid, a bailar un ratito”, dijo Fito, y así fue. Perfectamente sincronizados, los Fitipaldis y el público dieron palmas al unísono al escuchar los primeros acordes de Cada vez cadáver. Sin embargo, el auténtico desmadre se desató con Whisky barato: el público se contagió al instante de la energía arrolladora de la banda, y ni siquiera las cuerdas del violín sobrevivieron al desenfrenado solo de Diego Galaz.
Tras una estruendosa ovación al grito de “Fito”, él mismo anunció que habían recuperado una vieja costumbre. “Consiste en grabar en cada ciudad en la que estamos tocando, un saludo para entregar a la siguiente ciudad”, explicó.
Tras este inciso, el swing se apoderó rápidamente de los pies del público en Como un ataúd.
Acabo de llegar sin duda fue una de las mayores sorpresas de la noche. Los Fitipaldis les regalaron a su público ni más ni menos que casi nueve minutos de este himno.
Tras este despliegue, Fito presentó a todos los integrantes de la banda con un cariño y admiración que se percibía en cada palabra. Destacadas fueron las que utilizó para Raya: “(…) en el corazón, en la atmósfera, en la galaxia, llevamos 20 años trabajando juntos… Carlos Raya”.
Los cánticos para Fito de los fans fueron interrumpidos por dos de sus mayores éxitos: La casa por el tejado y Soldadito marinero, con esta última se iluminó todo el Movistar Arena. Una dinámica que se mantuvo en La noche más perfecta, a la que se le sumaron, además, las llamas de mecheros encendidos.
Uno de los momentos más emotivos llegó al final del espectáculo con Entre dos mares, una canción original del primer grupo de Fito: Platero y tú.
De vuelta al escenario
“Muchísimas gracias di que sí, sois un auténtico milagro, una bendición, siempre os lo digo”, apuntó Fito a modo de despedida antes de desaparecer del escenario.
La banda salió y, cuando parecía que el concierto había llegado a su fin, volvió a sorprender.
Antes de que cuente diez comenzó a sonar y el público se adelantó con los aplausos, porque tan imprevisibles, la canción se alargó más de lo esperado, unos minutos extra que el público saboreó al máximo saltando y cantando sin parar. Una reacción que quedó reflejada en los vidriosos ojos de Fito, que se mostraron emocionados ante la respuesta de los seguidores.
Tras casi dos horas de puro rock, y con Ardi como banda sonora de la despedida, el público siguió demandando más, porque cuando se trata de leyendas como Fito y Fitipaldis, nunca es suficiente.