Estos son los efectos nocivos de las patatas fritas que aparecen segundos después de comerlas
¿Puede haber algo más apetecible que unas patatas fritas? La respuesta es obvia, pero como suele ocurrir casi siempre: lo bueno es perjudicial. En el caso concreto de las patatas fritas, sus efectos negativos comienzan tan solo cinco segundos después de darle el primer bocado.
En realidad esto no es ninguna novedad, porque todos somos conscientes de que muchas de las cosas que comemos no son precisamente beneficiosas para la salud; sin embargo, preferimos obviarlo. Y precisamente las patatas fritas, cocinadas en aceite hirviendo y cargaditas de sal, no pueden ser calificadas de saludables por mucho que nos gusten.
El consumo de este alimento produce una serie de daños en nuestro organismo que a largo plazo pueden ser graves. Pero,¿quieres saber qué sucede exactamente después de comer patatas fritas? Pues presta atención:
Entre 0 y 30 segundos después: Aumento del riesgo de padecer cáncer
El alto contenido en sal de las patatas hace que el primer bocado genere una mezcla de sensaciones en nuestro organismo. Esto hará que las comamos con más ansia, hasta acabar toda la bolsa o el bol de patatas.
Una vez devoradas, el cuerpo comenzará a procesarlas poco a poco, tanto las patatas como la acrilamida. Se trata de una sustancia química que se produce cuando se cocinan alimentos con almidón a altas temperaturas. Esta sustancia se filtra rápidamente en nuestro organismo y aumenta el riesgo de padecer cáncer.
Entre 15 y 30 minutos después: Aumento repentino del ritmo cardíaco
Tras ingerir las patatas, la grasa se desplazará por todo el intestino mientras que la sal pasará a la sangre, provocando sed. La razón no es otra que la necesidad que tiene nuestro cuerpo de diluir toda esa sal hasta que se reduzca a niveles seguros.
Al mismo tiempo, la presión arterial aumenta progresivamente, lo que puede desencadenar problemas cardiovasculares a largo plazo. Además, hay una hormona llamada leptina que es la encargada de la sensación de saciedad y que, como consecuencia de la grasa y la sal, no tendrá ningún efecto. Por lo tanto, aunque comamos, seguiremos teniendo hambre.
Entre 30 minutos y 2 horas después: Acrilamida presente en todos los tejidos del cuerpo y picos de azúcar
El exceso de líquido ingerido para tratar de diluir la sal genera un aumento de la presión arterial que continúa provocando daños al corazón y que de nuevo podría desencadenar futuros problemas cardiovasculares. Mientras tanto, la acrilamida se propagará por todos los tejidos del cuerpo, generando más daños en nuestro organismo.
Por otra parte, la falta de fibra de las patatas dificultará la digestión: el almidón se convertirá rápidamente en azúcar y pasará a la sangre, produciendo un serio pico de azúcar que podría afectar seriamente a las personas con diabetes.
Entre 2 y 6 horas después: Incremento del riesgo de obesidad
El aceite de las patatas comenzará a ser procesado por el sistema digestivo, pasará a nuestro organismo en forma de células grasas que se intalarán en nuestro cuerpo ante la dificultad de eliminarlas.
Varios días después: Daños en los riñones
Horas o incluso días después del consumo de las patatas, la presión arterial continuará más alta de lo normal, lo que sigue provocando daños cardiovasculares.
Por su parte, los riñones se ven obligados a realizar un sobreesfuerzo para eliminar los excesos de sal. A lo que se suma la dificultad para eliminar la acrilamida, que puede tardar varios días en desaparecer y que podría dejar daños en el organismo.
En definitiva, el problema real se produce cuando se consume patatas fritas de manera frecuente, ya que podría afectar a largo plazo a nuestro estado de salud. Esto no quiere decir que no podamos volver a consumirlas, se puede hacer siempre que sea con moderación.