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C. Tangana: "La tecnología ha provocado que todo esté muerto, mi música también"

C. Tangana, ahora mejor conocido como Antón Álvarez, ha defendido su primera película como director en una charla del Festival de Cine de San Sebastián, donde La guitarra flamenca de Yerai Cortés ha hecho su estreno mundial. El cantante ha criticado la forma de creación tan artificial que impera en la actualidad, y ha defendido un proceso artístico más orgánico y fiel a la realidad.

C. Tangana se olvida de la música: "Quiero hacer cine"

C. Tangana | Festival de San Sebastián

Madrid24/09/2024 19:28

C. Tangana ahora es director de cine. Firmado con su nombre real, Antón Álvarez, el cantante ha presentado su primer largometraje como cineasta, La guitarra flamenca de Yerai Cortés, en el Festival de Cine de San Sebastián.

El documental-musical narra la historia personal del guitarrista flamenco Yerai Cortés a través de las canciones compuestas por él mismo y por Antón Álvarez. Y sobre ello han hablado largo y tendido los dos junto al músico Harto Rodríguez, que también ha estado implicado en la creación de la banda sonora.

Los tres han acudido a una charla sobre la película organizada por el Festival de San Sebastián este martes 24 de septiembre en Tabakalera, un centro cultural de la ciudad. Después de la proyección del documental, el público ha sido testigo de las historias que se esconden detrás de las cámaras, y del concepto artístico que ha motivado a 'C. Tangana, el músico' a convertirse en 'Antón Álvarez, el director de cine'.

Lo real frente a lo digital

La guitarra flamenca de Yerai Cortés está grabado en fílmico, no en digital. "Es una forma muy flamenca de rodar", defiende Yerai Cortés. Este método reduce mucho la cantidad de tomas que se pueden hacer, provocando que lo captado por la cámara y el micrófono sea más "real". Así lo explica Cortés: "Pucho y yo, cuando nos sentamos a hablar de la estética de la película y la música, siempre poníamos en valor lo crudo, lo bruto, todo lo ordinario y todo el ruido. Nos gustaba escuchar en las grabaciones toda la parte escénica: los pajarillos, los coches… Todo lo incluíamos en la pieza musical".

"Imagínate meterte con 35 gitanos alrededor nuestra, gritando, cantando… Harto [Rodríguez] ha tenido que ordenar un montón de pistas y limpiar esa suciedad, sin dejarnos de lado la suciedad humana", ha destacado Cortés, que para la película ha tenido que abrirse en canal para mostrar su lado más personal.

Para él, los posibles errores de rodaje son la demostración de que una parte de la música que suena en la película es en directo, es real. "Lo que llamamos error es una parte de la composición de la obra. Yo creo que podría haber tocado mejor en algunas partes, pero nunca lo podría haber tocado igual. Dejamos que la vida traspase a la música", explica.

C. Tangana (Antón Álvarez), Harto Rodríguez y Yerai Cortés | Europa FM

Por su parte, Antón Álvarez ha reconocido que le interesa mucho más lo orgánico que la manipulación digital. "Yo era un rapero y quise vincularme a lo urbano para ganar dinero, pero también para hacer lo que nos gustaba. Quería buscar lo orgánico, sentía que la música estaba muerta", opina C. Tangana.

Y el artista ha ido un paso más allá, dando una predicción sobre el futuro de la industria: "Hay algo especial en la música en vivo... Estoy seguro de que la tendencia de los videoclips va a cambiar y se verán muchas más actuaciones en directo. No se valora que el artista salga perfecto, sino que haya un contacto directo con él. Hay cosas que a la gente joven le parecen muy impactantes, pero son cosas que se llevan haciendo toda la vida. Eso ocurre porque estamos acostumbrados a algo muy colorido".

"Lo que todo el mundo siente cuando ve la película es que la música está más viva y que lo que está pasando tiene un punto más orgánico y auténtico. Esto nos empieza a emocionar mucho porque hemos consumido mucha cosa pregrabada. Esto es verdad. Si lo grabas en el estudio es una mierda", asegura el cantante y director de cine.

C. Tangana incluso ha reconocido que su música es "tétrica", alegando que "la tecnología ha provocado que todo esté muerto". "Es tétrico. Escuchar un disco de flamenquito que suene bien, con la palma toda bonita… Eso está muerto. La música mía también. Ahora, todas las imágenes están cuidadas e iluminadas, todo el rato vemos platós y estudios... Las limitaciones técnicas con las que hemos rodado hacen que esté todo más vivo y que todo tenga más valor y más peso, y que sea más emocionante", ha defendido.

La búsqueda de la propia identidad

Una de las propuestas temáticas de La guitarra flamenca de Yerai Cortés es la búsqueda de la identidad. "Los modernos le tratan de moderno, los gitanos le tratan de gitano", dice Antón Álvarez sobre Yerai Cortés en una de las primeras escenas de la película.

El guitarrista vive a medio camino entre ambos mundos, y tiene la capacidad de adaptarse a ellos según las circunstancias. "Muchas veces te preguntas dónde estás, sobre todo cuando notas que te quieren en los dos mundos. ¿Será porque quiero que me queráis y me adapto?", cuenta Cortés.

Y sigue: "Todo el rato intento ser camaleónico y creo que todos buscamos ser gustados y aceptados, y no solo ocurre entre gitanos y payos. Yo vengo de que mi abuela bebe de una fuente, y a mí me gusta que Antón y Harto me lleven a comer a sitios caros. Es muy difícil etiquetar, decir quiénes somos. Me gustaría quitarle la palabra 'problema' a la frase 'tengo un problema de identidad', y decir que 'estoy en búsqueda'".

Por su parte, C. Tangana ha defendido que no siente que a él le defina ser músico: "Como músico no valgo un duro". "Yo siento que voy haciendo cosas, mejor o peor. Y el público me va confirmando si tengo más dinero para financiar lo siguiente que quiero hacer. Me siento emocionado con la vida cuando hago cosas nuevas", reconoce.

Del mismo modo, Antón Álvarez asegura que nunca ha tenido tanta "responsabilidad moral con lo que hacía" como con esta película, ya que narra historias reales, con personas reales y con sentimientos reales. Así, La guitarra flamenca de Yerai Cortés se erige como una notable ópera prima donde C. Tangana muestra una fuerte personalidad detrás de las cámaras, apostando por lo orgánico y por la defensa de la propia identidad.