Su lado más salvaje y sexual
Samu Alonso desvela en este relato el pasado de Puchi. ¿Os imagináis que realmente nuestra productora va a Misa todos los domingos? ¡Comparte tu relato con nosotros! Manda el tuyo a ponte@europafm.es
Ella siempre se ha sentido especial. Desde que era muy pequeña, tiene la firme creencia de que ha nacido para ser grande. Y aunque nunca nadie apostó por ella, acaba de conseguir un nuevo trabajo en una emisora de radio bastante conocida a nivel nacional. A pesar de su sueño de llegar muy alto, es la cara oculta del programa en el que trabaja. Al comenzar el programa, adoptó una nueva identidad: Puchi. Pensó que sería divertido crear un personaje ficticio para poder ser, aunque solo fuera un par de horas al día, una mujer distinta. Siempre se vio muy sometida por sus padres, un profesor de religión y un ama de casa chapados a la antigua.
Es hija única, con lo cual sus progenitores volcaron todas sus ideas conservadoras en la educación de la niña. Debido a esto, siempre se rodeó de gente con ideales arcaicos y extremadamente religiosos. Era de las que no faltaba a misa un domingo. Y sin embargo ahí estaba ella, colaborando en un programa de radio en el que ninguno de sus compañeros tenía miedo a nada. De vez en cuando le venían a la cabeza recuerdos de la entrevista con su jefe.
Ella buscaba desesperadamente un trabajo, pero nunca imaginó siquiera lo que le esperaba. ‘Bueno, no pierdo nada por probar’ pensó. En cuanto se encontró por primera vez con aquel hombre, sabía que no era la persona adecuada para ese trabajo: ¿Un programa en el que los oyentes pueden hablar de cualquier tema libremente sin ningún tipo de tabúes? ¿Qué dirían sus padres? Enseguida se sintió incómoda, e intentó marcharse de la entrevista tan rápido como fuera posible. Pero aquel hombre que unos días después sería su jefe, se lo impidió. La miró fijamente a los ojos y le dijo: ‘Estoy seguro que debajo de esa fachada se esconde una verdadera bomba’.
Lo primero que sintió fue miedo, pero aquel hombre le inspiraba tanta confianza… Creía en ella, y era el primero que lo hacía. Aceptó el puesto, no sin antes meditarlo horas y horas. En su primer programa, se sintió incómoda. Con el teléfono en la oreja, observaba en la distancia como sus compañeras, dos treintañeras de gran belleza, aconsejaban a un chico homosexual sobre un tema de infidelidad, mientras su jefe mediaba entre ambas. Pensó en sus padres, y en qué pensarían si se enterasen que su hija colaboraba en un programa tan liberal. Aunque siempre podía refugiarse detrás del teléfono, no interviniendo más que para saludar a los oyentes.
Unos días más tarde, estando en antena, su jefe le pidió que participara en una llamada para realizar sexo telefónico. Volvió a recordar las palabras que éste le había dicho al conocerla, y decidió dejar a Puchi entrar en acción. Puchi era todo lo contrario a ella. Era una mujer segura, decidida, independiente y sobre todo era muy sexual. Se levantó de su silla de productora, ganando confianza a cada paso que daba hasta el estudio, sintiendo que éste era su momento. La que se sentó entre las dos bellezas treintañeras ya no era una chica tímida y conservadora, era realmente Puchi. Se acercó al micrófono y se dejó llevar, mostrando a todos los oyentes de aquella noche de jueves, que ella podía ser igual de espectacular que sus dos compañeras.
Al finalizar el programa, su jefe la felicitó por el buen trabajo. Se sentía bien, liberada, y agradeció a aquel hombre que había confiado en ella aquella gran oportunidad. Desde entonces, deja salir su lado más salvaje y sexual cada noche en la radio. La gente comienza a adorarla, la felicitan y la apoyan por las redes sociales. Se encuentra trabajando en un programa de éxito, con un equipo estupendo y con unos oyentes inmejorables. Se siente querida, siente que por fin ha conseguido aquello que siempre había soñado. ¿Quién le iba a decir a aquella tímida chica criada en el más conservador catolicismo que acabaría siendo una estrella? Nunca podremos saber qué nos depara el destino, pero si hay algo cierto es que, si ella logró su sueño, ¿por qué no ibas tu poder lograr el tuyo?