De dónde viene el grito 'Azúcar' de Celia Cruz
Fue una de las artistas latinas más importantes del siglo XX y, sin duda, es la reina de la salsa. Su potente y vital voz, su movimiento de caderas, sus llamativas pelucas y ajustados vestidos de brilli-brilli, y su alegría la hicieron irrepetible sobre el escenario. Pero si hay algo que identifica a la artista cubana es su grito de guerra: '¡Azúuuuucar!'. Un 'bramido' que nació por casualidad y que no pudo sacar de su repertorio.
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Hace 21 años que dijimos adiós a la reina de la salsa —el 16 de julio de 2003 en Nueva Jersey—, el mayor icono de la música latina del siglo XX. Muchas de las canciones de Celia Cruz, como La negra tiene tumbao, La vida es un carnaval, Oye cómo va, Que le den Candela o Burundanga, dieron la vuelta al mundo y animaron y llenaron de alegría cualquier fiesta o reunión.
A lo largo de su carrera —más de 50 años cantando—, la cubana realizó duetos y colaboraciones con artistas de éxito de todos los estilos y nacionalidades: Tito Puente, Marc Anthony, Gloria Estefan, Ricky Martin, Jarabe de Palo, Raphael, Luciano Pavarotti, Gente de Zona, Paulina Rubio…
Mención aparte merece la relación profesional y personal que mantuvo con una de nuestras artistas míticas, Lola Flores.
La Reina de la Salsa y La Faraona se conocieron en La Habana, cuando la segunda actuó por primera vez en la capital de Cuba. A partir de entonces se convirtieron en algo más que colegas y fue la jerezana la que introdujo a su amiga en el panorama escénico español allá por los años 70 del pasado siglo.
A la cantante de Ay pena, penita, pena dedicó Celia Cruz el disco Mi vida es cantar que lanzó en 1998.
Una voz arrolladora y una imagen inimitable
La cubana recibió los reconocimientos más importantes del mundo: en 1987 fue distinguida con una estrella en el Paseo de la fama de Hollywood; la ciudad de San Francisco declaró el 25 de octubre de 1997 como el Día de Celia Cruz, en 2000 fue nombrada Reina del Festival de la Canción Viña del Mar; en 2001, el Servicio Postal de los Estados Unidos emitió un sello conmemorativo de ella; en 2016 recibió elGrammy de Honor por toda su carrera; y tiene doctorados Honoris Causa en las universidades de Yale, Florida y Miami University.
"Celia Cruz era mujer, negra y pobre", asegura Rosa Marquetti, autora de la biografía Celia en Cuba: 1925-1962: "Si te pones a mirar lo que logró, de dónde salió y dónde llegó, no puedes hacer otra cosa que admirarla". Marquetti asegura que las claves de su éxito no fueron otras que su sencillez, su determinación y su disciplina.
Esas cualidades personales, pero también su potente y vital voz, su movimiento de caderas, además de una presencia rotunda cantando contribuyeron a afianzar el mito.
Sus llamativas pelucas de colores, los ajustados vestidos de lentejuelas y brilli-brilli, y los originales zapatos de tacón, con imposibles formas geométricas, la hicieron irrepetible sobre el escenario.
Y ese optimismo y alegría de la gran artista habanera tienen su máxima expresión en el que se convirtió en su grito de guerra: ¡Azúuuuucar!.
Y todo comenzó con un café
Durante mucho tiempo, no hubo entrevista a Celia Cruz en la que no se le preguntase por cómo nació ese grito. Y la explicación descubre una anécdota que terminó identificando a la artista.
"Yo estaba en Miami en un restorán cubano, por supuesto, comiendo. Cuando termino de comer, el camarero me pregunta si quiero café. ¡Pues claro que todos los negros tomamos café!. Entonces me dice: ‘Cómo lo quieres, ¿con azúcar o sin azúcar?’. ‘Chico mira: Tu eres cubano. Tú sabes bien lo fuerte que es el café de nosotros. ¿Cómo me vas a preguntar si con azúcar o sin azúcar? ¡Con azúcar, chico!”, contaba divertida en el programa de entrevistas colombiano Yo, José Gabriel.
La anécdota se tornó en un grito de guerra gracias al afán y los aplausos de su público, al que relató la experiencia a modo de cuento desde el escenario. "Esa noche yo estaba trabajando en Montmartre, un cabaret de Miami que ya no existe. Yo tengo que hacer un espectáculo solita de hora u hora y media, y a cierto tiempo paro y empiezo a hablar con el público para que la orquesta descanse y ese, el del café, fue el cuento del día. Y ya todos los días: '¡Celia Cruz, el cuento del azúcar, Celia Cruz, el cuento del azúcar!'. Hasta que un día me cansé y dije 'hoy no hago más cuento'. Los camerinos quedaban arriba y entonces cuando me anunciaron bajé las escaleras gritando '¡Azúcar!'. La gente empezó a aplaudir mucho y hasta hoy".
Durante esa charla, la cubana reconoció que a partir de entonces no pudo sacar de su repertorio esa palabra, con ella comenzaba y terminaba sus actuaciones. "Es como mi grito de batalla", aseguraba y bromeaba: "De tanto gritar '¡Azúcar!' el pobre Pedro —su marido durante más de 50 años— se me ha puesto diabético, imagínate".