El lado más personal de Coque Malla: su pareja, sus dos hijos, sus padres actores y la enfermedad que padece

Jorge Malla Valle, más conocido como Coque Malla, es uno de los rostros más reconocibles del rock español desde su adolescencia. Con apenas 15 años, el madrileño firmaba su primer contrato discográfico como líder de Los Ronaldos.

Un estreno y éxito precoz que acompañó a Malla y a su banda hasta la disolución de la formación, en 1998, buscando “no caer en la rutina”, como declararon sus integrantes, y afrontar diferentes proyectos en solitario.

Esa etapa en solitario supuso algunos de los años más amargos del cantante a nivel profesional, que no llegaba a encontrar la popularidad experimentada cuando formaba parte de Los Ronaldos. Sin embargo, una serie de éxitos sobrevenidos, como el empleo de su icónica No puedo vivir sin ti en una campaña publicitaria, volvieron a situar el nombre de Coque Malla en lo más alto hasta hoy.

Inmerso en su gira Aunque estemos muertos tour, en la que desarrolla un show de atmósfera íntima que le permite profundizar en las letras reflexivas del álbum, el cantante repasa sus temas más populares y las más recientes.

Crecer en una casa de artistas

La cultura siempre ha formado parte de la vida de Coque Malla. Sus padres, Gerardo Malla y Amparo Valle, dedicaron su vida a la interpretación y, de hecho, acompañaron al cantante a la firma del primer contrato como líder de Los Ronaldos.

Su padre, Gerardo, fue conocido por su papel como cofundador de la productora teatral Pentación y sus papeles en teatro y producciónes audiovisuales desde los años 50. En el caso de Amparo, su trayectoria se remonta hasta mediados de los años 60 como una de las intérpretes más reputadas de su generación en cine, televisión y teatro -llegando a ganar el premio a la mejor actriz en el Festival Internacional de Cine de Burdeos-, siendo uno de los rostros más populares en alguna de las producciones televisivas más recientes.

Para muchos una de las canciones más emotivas de Coque Malla es La Carta, en la que se escucha como una entregada Amparo Valle recita un poema al tiempo que su hijo acompaña con la guitarra. Sin duda, un hermoso dueto que pone en valor la relación que mantenían.

En algunas entrevistas recientes, Malla ha confesado que la muerte de sus padres ha sido uno de los factores que más han influido en el proceso creativo de Aunque estemos muertos. El artista ha afirmado que, a pesar de las referencias al paso del tiempo y la fragilidad que se encuentran en las letras, su álbum supone “un canto a la vida” como contraposición a la muerte.

Casado con una “bruja espacial”

Hace poco más de un año Coque Malla ha contraído matrimonio con Macarena Cabo, su pareja desde hace más de una década y madre de sus dos hijos: Cayena y Oliver.

Pese a ser una celebración “contra todo pronóstico”, como indicaba en su perfil de Instagram, el artista daba el “sí quiero” en una boda al aire libre en San Lorenzo del Escorial ante su “bruja espacial”. Lo curioso es que la clásica fórmula de unión no la pronunciaba a su esposa, sino para su pequeña, que preguntaba al cantante un entrañable “Papá, ¿quieres a mamá como esposa?”.

El vínculo entre ambos surgió en Avilés poco tiempo después de que Malla finalizase su anterior relación. Una época que, como indicaba su actual esposa en un texto perteneciente al álbum El astronauta gigante coincidía “cuando él estaba componiendo Termonuclear. El disco que dio un vuelco a mi vida y a la suya”.

Su enfermedad y otros avatares

Tal y como ha confesado en diversas entrevistas, Coque Malla sufre tinnitus o acúfenos, una suerte de zumbido constante en los oídos sin que haya ningún factor aparente que los produzca.

Esta enfermedad, que afecta a numerosos cantantes y músicos, ha llegado a condicionar su día a día considerablemente. “No podía leer, no podía hacer nada, con aquel ruido constante en mi cabeza”, ha llegado a asegurar.

Actualmente, una rotura de un dedo del pie ha condicionado las actuaciones pertenecientes a Aunque estemos muertos tour, haciendo que el cantante tenga que llevar a cabo el concierto sentado durante muchos tramos del mismo o, incluso, todo el directo.

Sin embargo, lejos bajar el nivel del espectáculo, el artista ha encontrado un mayor nivel de intimidad, permitiéndole conectar con el público de una forma diferente a la que acostumbra el rockero.